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La presencia de cálculos biliares en la vesícula biliar (colelitiasis) afecta entre un 20-30% de la población, siendo más frecuente en mujeres y en edades superiores a los 50 años. Aunque los cálculos biliares se presentan con frecuencia sin síntomas, estos cuando se presentan suelen ser graves y pueden requerir de cirugía. Los cálculos biliares pueden ser tan pequeños como un grano de arena, o tan grandes como una pelota de golf. La vesícula biliar puede desarrollar un cálculo de gran tamaño, cientos de pequeños cálculos, o una combinación de estos.
Se cree que son producto de un desequilibrio en las sustancias productoras de bilis. Uno de los factores puede ser un exceso de colesterol.
Existen dos clases de cálculos biliares: los pigmentarios y los de colesterol. Estos últimos se presentan con mayor frecuencia, entre el 75-80 % de los casos y están compuestos principalmente por colesterol, con un tamaño que oscila entre los 0,5-2,5 cm., facetados y de un color amarillo o amarillo-verdoso. Los pigmentarios, a su vez, se dividen en dos tipos: los negros, compuestos por bilirrubinato cálcico, polímeros de bilirrubina, carbonato cálcico y fosfato cálcico; y los ocres, formados por bilirrubinato cálcico y sales cálcicas de ácidos grasos.
Las imágenes que se muestran de los cálculos biliares en los libros de medicina han sido realizadas habitualmente por cirujanos o forenses. Fotografiados de forma estrictamente científica con el objetivo de mostrar al observador el número, forma y color de los cálculos biliares, sus fotografías carecen —desde el punto de vista estético— de belleza, pudiendo incluso generar repulsión. Sin embargo, observados desde otro punto de vista, su visión puede ser estética a la vez que científica. ¿Por qué no fotografiarlos así?
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